La Décima

Formas de la composición poética

Una pluma de ave en un tintero. La escena pretende recuperar la esencia de la escritura tradicional, la de los grandes poetas barrocos. La foto fue tomada en una casa antigua en un pueblo de La Mancha, en la provincia de Ciudad Real, España.
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La Décima es un tipo de composición poética cuya exigencia métrica es tener diez versos octosílabos que deben rimar el primero con el cuarto y el quinto; el segundo con el tercero; el sexto con el séptimo y el último, y el octavo con el noveno. La representación visual de su sistema de rimas es: a/b/b/a/a/c/c/d/d/c.

El nombre completo de este tipo de estrofa de diez versos es Décima Espinela, llamada así en honor del poeta del siglo XVI Vicente Espinel, quien fue el creador de la estructura métrica que hoy usamos para esta composición.

Por otra parte, La Décima ha llegado a ser, además, todo un género literario, en tanto constituye, junto al soneto, la forma métrica más usada en la poesía anterior al sigo XX. El Barroco español es pródigo en ejemplos de este tipo de estrofa, entre los cuales se cuentan los escritores Lope de Vega, Calderón de la Barca y Luis de Góngora. Aún cuando la poesía rimada no es ya la estructura predilecta de los poetas contemporáneos, lo es el verso libre, las formas como la Décima y el Soneto siguen aún vigentes, ya no sólo en la literatura sino también en la canción popular.

Amor, no te llame amor
el que no te corresponde
pues que no hay materia adonde
imprima forma el favor.
naturaleza, en rigor,
conservó tantas edades
correspondiendo amistades
que no hay animal perfecto
si no asiste a su concepto
la unión de dos voluntades
Felix Lope de Vega. versos de El Caballero de Olmedo
Cuentan de un sabio que un día
tan pobre y mísero estaba
que sólo se sustentaba
de unas yerbas que cogía.
"¿Habrá otro -entre sí decía-
más pobre y triste que yo?"
Y cuando el rostro volvió
halló la respuesta, viendo
que iba otro sabio cogiendo
las hojas que él arrojó
¡Ay mísero de mí! ¡Ay infelice!
Apurar, cielos, pretendo,
ya que me tratáis así,
qué delito cometí
contra vosotros naciendo:
aunque si nací, ya entiendo
qué delito he cometido:
bastante causa ha tenido
vuestra justicia y rigor,
pues el delito mayor
del hombre es haber nacido
Sólo quisiera saber
para apurar mis desvelos
(dejando a una parte, cielos,
el delito de nacer),
¿qué más os pude ofender,
para castigarme más?
¿No nacieron los demás?
Pues si los demás nacieron,
¿qué privilegios tuvieron
que yo no gocé jamás?
Nace el ave, y con sus galas
que le dan belleza suma,
apenas es flor de pluma,
o ramillete con alas,
cuando las etéreas salas
corta con velocidad,
negándose a la piedad
del nido que deja en calma:
¿y teniendo yo más alma,
tengo menos libertad?
Nace el bruto, y con la piel
que dibujan manchas bellas,
apenas signo es de estrellas
(gracias al docto pincel),
cuando, atrevido y cruel,
la humana necesidad
le enseña a tener crueldad,
monstruo de su laberinto:
¿y yo con mejor instinto
tengo menos libertad?
Nace el pez, que no respira,
aborto de ovas y lamas,
y apenas bajel de escamas
sobre las ondas se mira,
cuando a todas partes gira
midiendo la inmensidad
de tanta capacidad
como le da el centro frío
¿y yo con más albedrío
tengo menos libertad?
Nace el arroyo, culebra
que entre flores se desata,
y apenas, sierpe de plata,
entre las flores se quiebra,
cuando músico celebra
de las flores la piedad,
que le da la majestad
del campo abierto a su huida:
¿y teniendo yo más vida
tengo menos libertad?
En llegando a esta pasión,
un volcán, un Etna hecho,
quisiera arrancar del pecho
pedazos del corazón;
¿qué ley, justicia o razón
negar a los hombres sabe
privilegio tan süave,
excepción tan principal,
que Dios le ha dado a un cristal,
a un pez, a un bruto y a un ave?
Pedro Calderón de la Barca. Fragmento de La vida es sueño